Efectos secundarios de los antidepresivos y como lidiar con ellos

5 de marzo de 2018

Los antidepresivos son de gran ayuda para superar épocas difíciles y mitigar los síntomas de la depresión y la ansiedad. Pero estos medicamentos tienen algunos efectos secundarios que pueden ser molestos y es importante saber detectarlos para poder informar a nuestro médico. Así lo refleja el artículo “ efectos secundarios de los antidepresivos: sintiéndose mejor, pero no del todo bien “ Publicado en Julio de 2017 en el Jornal Harvard Medical School. Los síntomas secundarios más frecuentes de los antidepresivos son:

  • Boca seca: para reducir esta sensación desagradable se recomienda beber mucha agua, lavarnos los dientes y masticar chicle sin azúcar.
  • Estreñimiento: una forma de combatir este efecto secundario es tomar cereales integrales, frutas y verduras.
  • Problemas para orinar: en caso de tener este problema, se le debe comunicar al doctor para que este ajuste la medicación.
  • Mareos: estos se producen principalmente al levantarse de golpe, pues se puede dar una bajada de presión repentina. Para contrarrestar este efecto debemos levantarnos despacio y beber muchos líquidos.
  • Somnolencia diurna: una solución para combatir este síntoma es tomar la medicación que tenga este efecto secundario antes de ir a dormir. Aún así, la persona que debe tomar esta decisión es el profesional médico y valorar si es o no pertinente, pues este síntoma suele darse únicamente al empezar el tratamiento.
  • Nauseas: para reducir esta sensación se recomienda comer antes de tomar la medicación. De todas formas, este síntoma suele desaparecer al cabo de unas semanas.
  • Problemas para dormir: El sueño suele mejorar pasadas las semanas, pero aún así, a veces es necesario tomar medicación adicional para regularlo o modificar el momento de la toma de la medicación.
  • Agitación: Es posible que te sientas nervioso al empezar a tomar la medicación. Aunque este síntoma suele desaparecer al cabo de unas semanas, algunas veces se mantiene. Es importante saber identificar este síntoma pues puede indicar un empeoramiento de la enfermedad o el inicio de un episodio de manía.
  • Dolor de cabeza: En el inicio del tratamiento podemos tener dolores de cabeza puntuales. Aunque algunas veces persiste, en la mayoría de pacientes desaparece al pasar unas semanas.
  • Dificultades sexuales: Ya sea la disminución de la libido, como la pérdida de sensibilidad o la dificultad para llegar al orgasmo pueden aparecer con cierta frecuencia. Aunque es verdad que la medicación puede producir problemas en este aspecto, la depresión también juega un papel importante. Normalmente suele normalizarse con el paso del tiempo.

Si a pesar de valerte de estos consejos, alguno de los efectos secundarios continua afectándote, es recomendable acudir al médico, el cual podría plantear cambiar la dosis, el momento del día en el que lo tomas o repartir más la medicación a lo largo del día. Otra opción sería combinar la medicación con otra o cambiarla directamente. De cualquier modo, siempre es bueno combinar la medicación con terapia, lo cual hace que con el tiempo se pueda reducir la cantidad de medicación que precise.

En opinión del Dr. Carbonell, la medicación antidepresiva es muy segura y efectiva. Aún así, es importante que el profesional médico la ajuste a cada paciente para minimizar los efectos secundarios. En cualquier caso hay que recordar que es normal que a lo largo del tratamiento puedan aparecer puntualmente alguno de los efectos secundarios mencionados anteriormente que no debe llevarnos a interrumpir el tratamiento, sino mas bien a buscar una solución para poder seguir tratando la depresión o ansiedad.

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El Dr. José Carbonell, médico y psiquiatra, aborda el profundo sentimiento de odio que muchas personas experimentan tras una ruptura amorosa, especialmente cuando queda una sensación de pérdida, promesas incumplidas y tiempo desperdiciado. Según él, el dolor más punzante no es solo por la ausencia de la otra persona, sino por la frustración de haber invertido tiempo, ilusión y energía en alguien que ya no está. Ver a la otra persona bien mientras uno se siente mal puede amplificar el resentimiento. Sin embargo, Carbonell propone transformar ese odio en un motor de cambio . Invita a utilizar esa amargura como una fuente de fuerza para reinventarse, para cortar los lazos emocionales —las “anclas emocionales”— que siguen atando a quien sufre con su pasado, y así iniciar un proceso de sanación. Para ello, es fundamental llevar a cabo lo que él llama “extinción emocional” : eliminar todo lo que te recuerde a esa persona y lo que pueda perpetuar el dolor. Solo entonces es posible empezar de nuevo y reencontrarse con una versión más fuerte, más consciente y más libre de uno mismo. Carbonell recuerda que en el amor no siempre se gana, pero siempre se aprende . Cada experiencia, incluso la más amarga, te prepara y te fortalece para relaciones futuras. Y si bien el odio puede parecer inevitable al principio, es imprescindible no quedarse a vivir en él, porque —como dice el propio Dr. Carbonell— sobre el odio no se puede construir nada.  La clave, finalmente, está en invertir en uno mismo : en la autoestima, en el crecimiento personal, en la sanación emocional. Solo desde ahí puede surgir algo nuevo, auténtico y sano.
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El Dr. José Carbonell, médico y psiquiatra, reflexiona sobre un momento clave que muchas personas experimentan tras atravesar una situación dolorosa o conflictiva —ya sea en una relación de pareja, en el ámbito laboral, con amigos o con familiares— y que se resume en una frase sencilla pero poderosa: “He aprendido la lección.” Según Carbonell, este tipo de situaciones enseñan que no puedes vivir constantemente pendiente de resolver los conflictos ajenos ni asumir la carga emocional de los demás. Vivir tratando de que todo el mundo esté bien, o intentando salvar a alguien de sus propios problemas o decisiones, solo lleva al agotamiento, la frustración y, muchas veces, a la pérdida de uno mismo en el proceso. Él subraya que hay una diferencia esencial entre lo que depende de ti y lo que no. Si depende de ti, puedes gestionarlo, cambiarlo, trabajar en ello. Pero si depende del otro, solo puedes acompañar, ofrecer tu apoyo, pero sin perderte tú en el intento. La sobreimplicación puede acabar siendo contraproducente, ya que muchas veces, cuanto más haces por alguien, menos esa persona se responsabiliza de su propia vida. La lección, entonces, es clara: hay que poner límites, por más cariño, compromiso o historia compartida que exista. Aprender que no puedes cargar con lo que no te corresponde también es una forma de crecer y de proteger tu bienestar mental y emocional. Carbonell concluye con una reflexión clave: la vida es un constante aprendizaje, y hay que tomar nota de cada experiencia para no repetir patrones que nos hacen daño. Dar más no siempre significa obtener más, especialmente cuando hacerlo implica perderte a ti mismo.