El ingreso hospitalario en los trastornos de alimentación

14 de febrero de 2020

Según los últimos datos publicados por la Unidad de Trastornos de la Alimentación del Hospital de San Juan de Alicante, en los últimos 4 años se ha detectado que el Índice de Masa Corporal de las pacientes ingresadas por un trastorno alimentario ha pasado de un 16 a un 15. También cada vez sucede en edades más tempranas y afecta a 9 mujeres de cada 10, aunque en los hombres están surgiendo otros trastornos como la vigorexia (preocupación excesiva por tener un cuerpo musculado) o la ortorexia (pensamiento obsesivo con respecto a la comida saludable). El Jefe de Servicio de psiquiatría, Dr. Vicente Elvira, explica en el artículo “ Curando las heridas de la anorexia y la bulimia ” (El mundo, 2020), que “los cánones de belleza han provocado consecuencias negativas. Es una presión devastadora, sobre todo en la adolescencia”.

Decidir si hacer un tratamiento psicológico ambulatorio o hospitalizar al paciente depende de diferentes factores como el IMC o la gravedad de los síntomas psicológicos. Cuando el IMC es menor de 16, el ingreso hospitalario es un paso imprescindible para la recuperación del paciente, porque se necesita estabilizar el peso. El tiempo de hospitalización dependen de factores como el estado físico del paciente, las conductas de riesgo asociadas o la situación familiar. Al paso que se va recuperando algo de peso, se van restableciendo la capacidad cognitiva y emocional. Es entonces cuándo se debería trabajar a nivel psicológico para que se agarren a la vida de nuevo.

Debemos tener en cuenta que estos pacientes tienden a ocultar su enfermedad y justificarla con otro motivo, por ello si nos encontramos ante un problema como este o tenemos sospechas de alguien que pueda padecerlo, es importante acudir a profesionales de la salud mental para buscar una solución y no dejar que la enfermedad avance.

Por Instituto Carbonell 21 de abril de 2025
El Dr. José Carbonell, médico y psiquiatra, aborda el profundo sentimiento de odio que muchas personas experimentan tras una ruptura amorosa, especialmente cuando queda una sensación de pérdida, promesas incumplidas y tiempo desperdiciado. Según él, el dolor más punzante no es solo por la ausencia de la otra persona, sino por la frustración de haber invertido tiempo, ilusión y energía en alguien que ya no está. Ver a la otra persona bien mientras uno se siente mal puede amplificar el resentimiento. Sin embargo, Carbonell propone transformar ese odio en un motor de cambio . Invita a utilizar esa amargura como una fuente de fuerza para reinventarse, para cortar los lazos emocionales —las “anclas emocionales”— que siguen atando a quien sufre con su pasado, y así iniciar un proceso de sanación. Para ello, es fundamental llevar a cabo lo que él llama “extinción emocional” : eliminar todo lo que te recuerde a esa persona y lo que pueda perpetuar el dolor. Solo entonces es posible empezar de nuevo y reencontrarse con una versión más fuerte, más consciente y más libre de uno mismo. Carbonell recuerda que en el amor no siempre se gana, pero siempre se aprende . Cada experiencia, incluso la más amarga, te prepara y te fortalece para relaciones futuras. Y si bien el odio puede parecer inevitable al principio, es imprescindible no quedarse a vivir en él, porque —como dice el propio Dr. Carbonell— sobre el odio no se puede construir nada.  La clave, finalmente, está en invertir en uno mismo : en la autoestima, en el crecimiento personal, en la sanación emocional. Solo desde ahí puede surgir algo nuevo, auténtico y sano.
Por Instituto Carbonell 21 de abril de 2025
“Use it or Lose it” - Claves para Mejorar tus Habilidades Mentales
Por Instituto Carbonell 20 de abril de 2025
El Dr. José Carbonell, médico y psiquiatra, reflexiona sobre un momento clave que muchas personas experimentan tras atravesar una situación dolorosa o conflictiva —ya sea en una relación de pareja, en el ámbito laboral, con amigos o con familiares— y que se resume en una frase sencilla pero poderosa: “He aprendido la lección.” Según Carbonell, este tipo de situaciones enseñan que no puedes vivir constantemente pendiente de resolver los conflictos ajenos ni asumir la carga emocional de los demás. Vivir tratando de que todo el mundo esté bien, o intentando salvar a alguien de sus propios problemas o decisiones, solo lleva al agotamiento, la frustración y, muchas veces, a la pérdida de uno mismo en el proceso. Él subraya que hay una diferencia esencial entre lo que depende de ti y lo que no. Si depende de ti, puedes gestionarlo, cambiarlo, trabajar en ello. Pero si depende del otro, solo puedes acompañar, ofrecer tu apoyo, pero sin perderte tú en el intento. La sobreimplicación puede acabar siendo contraproducente, ya que muchas veces, cuanto más haces por alguien, menos esa persona se responsabiliza de su propia vida. La lección, entonces, es clara: hay que poner límites, por más cariño, compromiso o historia compartida que exista. Aprender que no puedes cargar con lo que no te corresponde también es una forma de crecer y de proteger tu bienestar mental y emocional. Carbonell concluye con una reflexión clave: la vida es un constante aprendizaje, y hay que tomar nota de cada experiencia para no repetir patrones que nos hacen daño. Dar más no siempre significa obtener más, especialmente cuando hacerlo implica perderte a ti mismo.