La psiconeuroinmunología se puede definir como la ciencia que estudia la relación entre el cerebro, los factores psicológicos y el sistema inmune. Esto implica, cómo afecta la manera en la que nos hablamos a nosotros mismos, al sistema inmunológico y por tanto a nuestra salud general.
Veamos brevemente como funciona: Ante la presencia o anticipación de una situación interpretada como amenazante, se activa el llamado “sistema de lucha o huída”, el cual desencadena una serie de mecanismos que derivan en la liberación de hormonas del estrés. Estas movilizan los recursos de nuestro organismo para afrontar la hipotética situación de peligro, pero también inhiben la actividad del sistema inmune para reservar energía. Es un mecanismo perfecto para afrontar situaciones realmente peligrosas de corta duración, por ejemplo, dar un “volantazo” a tiempo para evitar un accidente de tráfico. Sin embargo, si aquello que nos produce estrés se prolonga en el tiempo o cronifica, los efectos en nuestro organismo pueden derivar en el desarrollo de enfermedades físicas y/o psicológicas.
No sólo la presencia de peligro real activa este mecanismo de defensa sino que la percepción, las creencias de qué algo irá, ha ido o va mal, engañan a nuestro sistema y lo ponen a trabajar como si se tratara de nuestros antepasados ante la presencia de una fiera salvaje, pudiendo producir a la larga trastornos de ansiedad.
Las palabras con las que construimos nuestros pensamientos nos generan unas emociones y en consecuencia modulan nuestro estado de ánimo. Utilizar el pensamiento positivo no significa obviar lo que no nos agrada, sino que implica hacer un análisis completo y realista de los eventos, focalizando en aquello positivo que podemos extraer de casi cualquier situación.
El estrés es un mecanismo de defensa imprescindible para la supervivencia, pero debe quedar circunscrito a aquellas situaciones en la que es necesario y durante un breve periodo de tiempo. Cuando el estrés o la negatividad se prolongan, debemos revisar si estamos interpretando la vida de una manera realista y optimista que nos haga experimentar una realidad mejor, favoreciendo así nuestra salud física y emocional.
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