La tristeza es un estado emocional que experimentan todas las personas en algún momento de sus vidas y aparece para afrontar las situaciones de pérdida y cambio. Esta, al igual que cualquier otra emoción, va bajando de intensidad en un tiempo relativamente corto, hasta volver a la normalidad.
Cuando la tristeza se alarga en el tiempo, manteniendo su intensidad a niveles elevados, podemos empezar a hablar de depresión. Sin embargo, la depresión no es solo tristeza mantenida, pues es una enfermedad que afecta al sueño, al apetito, a la capacidad de concentración, a la capacidad de disfrutar de las cosas que normalmente disfrutamos, a la energía que tenemos, a la percepción que tenemos sobre nosotros mismos (baja autoestima, culpa …) y sobre lo que nos rodea y sobre el futuro. Todo ello afecta a la capacidad que tiene la persona en todos los aspectos de su vida, ya sea en el trabajo, con los amigos o en lo referente al cuidado personal.
Debido a que muchas personas confunden la tristeza con la depresión, creen que se pueden aliviar de la misma forma y dan consejos erróneos o tienen actitudes perjudiciales, tales como:
Los familiares o amigos puede ayudar a los pacientes deprimidos en tratamiento (ya sea en forma de terapia psicológica, medicación o la combinación de las dos). Así pues, la actitud correcta hacia este problema es la siguiente:
En opinión del Dr. Carbonell es difícil comprender como todavía a nuestra cultura le cuesta tanto aceptar que la depresión no es mas que una enfermedad médica como cualquier otra. Hay multitud de estudios de nueuroimagen que demuestran alteraciones en determinadas áreas del cerebro. En mi consulta siempre recomiendo que actúen como si el paciente tuviera una fuerte migraña. Así entienden mejor los consejos sobre lo que deben o no deben hacer, tanto los pacientes como los familiares y allegados.
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